Historia
Durante el siglo XIX, la llamada entonces Antropología
general incluía un amplísimo espectro de intereses, desde
la paleontología del cuaternario al folclore europeo, pasando por el
estudio comparado de los pueblos aborígenes. Fue por ello una rama de la
Historia Natural y del historicismo cultural alemán que se propuso el estudio
científico de la historia de la diversidad humana. Tras la aparición
de los modelos evolucionistas y el desarrollo del método
científico en las ciencias naturales, muchos autores pensaron que los
fenómenos históricos también seguirían pautas deducibles por observación. El
desarrollo inicial de la antropología como disciplina más o menos
autónoma del conjunto de las Ciencias Naturales coincide con el auge del
pensamiento ilustrado y posteriormente del positivista que elevaba
la razón como una capacidad distintiva de los seres humanos. Su
desarrollo se pudo vincular muy pronto a los intereses
del colonialismo europeo derivado de la Revolución industrial.
Por razones que tienen que ver con el proyecto de la New
Republic norteamericana, y sobre todo con el problema de la gestión de
los asuntos indios, la antropología de campo empezó a tener bases profesionales
en Estados Unidos en el último tercio del s. XIX, a partir del Bureau
of American Ethnology y de la Smithsonian Institution. El
antropólogo alemán Franz Boas, inicialmente vinculado a este tipo de
tarea, institucionalizó académica y profesionalmente la Antropología en Estados
Unidos. En la Gran Bretaña victoriana, Edward Burnett
Tylor y posteriormente autores como Rivers y más tarde Malinowski y
Radcliffe-Brown desarrollaron un modelo profesionalizado de Antropología
académica. Lo mismo sucedió en Alemania antes de 1918.
En todas las potencias coloniales de principios de siglo (salvo en
España) hay esbozos de profesionalización de la Antropología que no acabaron de
cuajar hasta después de la II Guerra Mundial. En todos los países occidentales
se incorporó el modelo profesional de la Antropología anglosajona. Por este
motivo, la mayor parte de la producción de la Antropología social o cultural
antes de 1960 —lo que se conoce como modelo antropológico clásico—
se basa en etnografías producidas
en América, Asia, Oceanía y África, pero con un peso
muy inferior de Europa. La razón es que en el continente europeo prevaleció una
etnografía positivista, destinada a apuntalar un discurso sobre la identidad
nacional, tanto en los países germánicos como en los escandinavos y los
eslavos.
Históricamente hablando, el proyecto de Antropología general se componía
de cuatro ramas: la lingüística, la arqueología, la antropología
biológica y la antropología social, referida esta última
como antropología cultural o etnología en algunos países. Estas
últimas ponen especial énfasis en el análisis comparado de
la cultura —término sobre el que no existe consenso entre las
corrientes antropológicas—, que se realiza básicamente por un proceso
trifásico, que comprende, en primera instancia, una investigación de gabinete;
en segundo lugar, una inmersión cultural que se conoce
como etnografía o trabajo de campo y, por último, el
análisis de los datos obtenidos mediante el trabajo de campo.
El modelo antropológico clásico de la antropología social fue abandonado
en la segunda mitad del siglo XX. Actualmente los antropólogos trabajan
prácticamente todos los ámbitos de la cultura y la sociedad.
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